Placeres del sábado

Dormir hasta las tantas después de una noche de amistad, música y copas.

Leer los periódicos poco antes de comer unas gambas a la sal.

Tomar el sol, por fin primaveral y rotundo, en el Mediterráneo.

Llegar media hora antes del partido al Palacio de los Deportes.

Disfrutar con la victoria del Unicaja.

Escribir varios post en el blog.

Placeres del sábado.

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6 pensamientos en “Placeres del sábado

  1. Querido Agustín Rivera,
    estoy con usted en eso de los placeres del sábado. A mí me ocupa leer prensa atrasada el sábado y el domingo por la mañana y escribir posts.
    Un abrazo,
    Armstrongfl

  2. Como sabes sacarle lo mejor a cada día de la semana.
    La capi también nos regalo un cálido sábado de cielos despejados y una luz que cambia la cara a Madrid, llenando calles y parques de gente ávida de la llegada de la primavera tras un invierno por momentos inacabable. El Retiro se convierte en algo parecido a una manifestación de devotos del rey Sol rindiéndole pleitesía y cada silla de cada terraza parece tener un dueño poco dispuesto a abandonarla.
    Llegada la tarde noche la reina en esta ocasión es La Latina, pocos lugares iguales para tapear, siempre guarda un ambiente especial, mezcla de todo tipo de gente y quizá una sensación muy personal un ligero aire castizo.
    Aunque reconozco que las gambas a la sal y el sol y el mar Mediterráneo, también son unos envidiables placeres de Sábado.

  3. Jajaj. Un polvo en sábado es una bendición, pero uno en domingo ya es desesperación. Para mí leer el SUR nunca es un placer; si acaso EL MUNDO

  4. Querido Armstrongfl, gran placer el de los periódicos. Mientras vivan (espero que por mucho tiempo), hay que seguir cultivando su lectura. Ana, las mañanas del Retiro y las noches de La Latina tampoco desmerecen a los sábados malaguetos y de baloncesto.

  5. Agustín, es cierto no lo desmerece, pero la gente de interior echamos mucho de menos ver el mar, ese azul terapéutico, yo más que de azules soy de verdes, pero sentirte pequeña e insignificante contemplando el mar es necesario de vez en cuando, sintiéndote tan insignificante descubres que los absurdos problemas que te buscas en la vida son más insignificantes aún.

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