El Málaga resiste al asedio del Dortmund y se ‘apunta’ a la vuelta

A
Había miedo y mucho respeto. El Borussia Dortmund, un equipo jugón, rapidísimo, repleto de peligro, llegaba a La Rosaleda. Enfrente, el billete de ida para la gloria del Málaga en semifinales. Hay veces que los primeros 90 minutos de una eliminatoria no sirven para nada. Esta vez no. Alemania será un infierno, pero hay hueco para la épica.
Sin Isco y Joaquín, quizá la asociación creativa con más rendimiento futbolístico de todos los equipos europeos en esta temporada de Champions, el Málaga no aseguraría la pólvora que posee, a prueba de un Milan, un Oporto, ¿también de un Dortmund? Manuel Pellegrini lo sabe y La Bombonera blanquiazul disfruta con ambos, aunque no tengan el día perfecto. Por ellos vale la pena seguir disfrutando.
El partido empezó con un diseño nada amigable para el Málaga. Los alemanes llegaban al área pequeña con excesiva facilidad y Willy Caballero se lucía con un par de paradas excepcionales, de auténtico catedrático de la portería. La ventaja del Dortmund es que deja jugar, no cree en el concepto defensivo del fútbol y eso le viene muy bien a los Boquerón Boys, dispuestos siempre a avanzar un escalafón más en su desafío.
Sin fortuna, muy poco agraciado con el gol, Saviola disfrutó de un par de oportunidades, pero el argentino, siempre incómodo para los rivales, no acertó; tampoco los alemanes, que empezaron a dominar la posesión del balón. El partido se abrió en canal. Cualquiera podía marcar un gol. Se trataba de controlar el instintokamikaze de ir a la ofensiva total: convenía resguardar también la portería.
La segunda parte empezó floja, algo soñolienta, como si los jugadores empezaron a pensar ya en el partido de vuelta que en rematar el encuentro. Le costaba concentrarse. Durante más de quince minutos fue el reino de los balones divididos, sin un dueño claro y diáfano. Iturra (que se perderá la vuelta, al igual queWellington por acumulación de tarjetas) y Toulalan conseguían mantener a raya las internas alemanas, pero el Dortmund quería algo más.
Isco pudo marcar. También Toulalan. Cualquiera lo pudo hacer, pero nadie consumó el festín. Siendo el resultado correcto, sin más, es bueno recordar que el Málaga ya está acostumbrado a jugar en campos hostiles, rodeados de cánticos de aficiones rivales entregadas a romper el sueño de las semifinales. La afición ya tiene su grito de guerra. “Sí se puede”. Ahora sólo restan 90 minutos para saber si los jugadores logran la hazaña.
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