
Arrupe y las dos visitas al Gesù de Roma
Francisco ha visitado dos veces este templo. Una vez el pasado 31 de julio, el aniversario de la muerte del fundador de la Compañía de Jesús. También hace dos semanas, cuando acudió al centro Astalli, que entrega comida a los inmigrantes, situado en la espalda de la iglesia. En ambas ocasiones el Papa oró al lado de la tumba del español Pedro Arrupe, general de los jesuitas entre 1965 y 1983, cuyos restos mortales también reposan en el Gesù. Y eso que Bergoglio no se llevaba bien con Arrupe… Juan Pablo II, que arrinconó a los jesuitas durante su Pontificado, lo sabía y nombró cardenal al que era obispo de Buenos Aires y provincial de la orden religiosa. La decisión no fue bien recibida en la cúpula de la Compañía de Jesús. Es más, cuando visitaba Roma no se alojaba en casas de jesuitas, sino en residencias diocesanas.
Las declaraciones sobre el respeto a la homosexualidad que hizo a los periodistas en el avión de vuelta a Roma desde Río de Janeiro, donde en julio se celebró la Jornada Mundial de la Juventud, sirvieron para asentar la imagen de que Francisco es distinto, un aire fresco en medio de una trama presuntamente corrupta que rodeó a los dos anteriores Papas en el Vaticano. La decisión de vivir en la residencia Santa Marta, en vez de hacerlo en las lujosas estancias vaticanas, desplazarse por Roma a bordo de un automóvil modesto -un Renault 4 «cuatro latas» de 1984 -, o visitar a los trabajadores de los talleres del Vaticano (el primer Papa que lo hace) expresan gestos de pobreza y humildad, características esenciales de la doctrina jesuita en las que profundizó Arrupe, autor del libro Yo viví la bomba atómica -fue testigo en agosto de 1945 de la explosión sobre Hiroshima-.
«Alejaos de los ropajes de oro»
Los últimos años del generalato de Arrupe coinciden con la expansión de la Teología de la Liberación, que aplicó el marxismo en zonas de Latinoamérica y uno de cuyos máximos ideólogos fue Ignacio Ellacuría, asesinado en noviembre de 1989 en San Salvador. ¿Es próximo Bergoglio a esta teología? De ninguna manera en la utilización del marxismo, ni de ninguna otra ideología; y sí en la idea de vivir lejos de la opulencia, más cerca del Nuevo Testamento, y en la crítica al sistema económico neoliberal que genera «injusticia», como criticó el pasado domingo en Cerdeña. Una frase concreta del Papa también aconseja a los sacerdotes: «Cuidad mucho la liturgia, pero alejaos de los ropajes de oro».

Melina Duesi, de 71 años, y María Rosa Sarasino, de 60 años, son argentinas y escuchan al Papa en la Plaza de San Pedro. «En Buenos Aires estuvo siempre al lado de la gente que necesitó, ni de los militares, ni de los otros políticos. Allá era pobre, muy humilde, si iba a la cárcel tomaba de vuelta el colectivo [autobús]», narra Duesi. «Yo estoy contenta porque parece que va a revolucionar el mundo entero; siempre recalca que la Iglesia es una para todos», precisa Mónica Maragliano, de 55 años, otra argentina natural de Rosario que ha viajado con una amiga a Roma para ver a su compatriota.Alba Montero, de Córdoba (Argentina), de 33 años, recuerda cómo el Papa trabajaba en los barrios. «Con él siento mucha paz», relata. «Es muy cercano y se le entiende muy bien», comenta María Isabel Palomino, residente en Madrid.
Contra la vanidad y el «chisme»
En San Pedro, en la Plaza de Pío XII y en la Via della Conciliazione hay monjas del Congo, como Judith o indias, como Sor Rina y Sor Magdalena, ahora en conventos italianos, y sacerdotes diocesanos, como los mexicanos Oswaldo Ávalos, Jesús Barragán y Gregorio García que acaban de escuchar el mensaje del Papa de la humildad frente a la vanidad y el chisme: «Antes de hablar mal del otro, un cristiano debe morderse la lengua», remarca Bergoglio. «Francisco le ha dado un giro, un vuelco, una nueva página a la Iglesia para rescatar los valores de la sencillez y la alegría de servir a los demás», cuenta a este diario Jesús Barragán, de 31 años, con gafas de sol y gorra con el nombre de Italia.
En la audiencia, el Papa, con fondo de música de órgano, una veintena de altavoces y varias pantallas gigantes para que nadie se pierda sus palabras, se refiere a las 3.000 diócesis del mundo, a la importancia de la fe (es el Año de la Fe) y arremete contra los que privatizan la Iglesia «para su propia comunidad o país». Estos mensajes, igual que el de los chismes, podrían explicarse en clave interna contra algunos cardenales que se resisten a los cambios.
Un nuevo rol de la mujer
De Francisco se espera «un cambio de rol de la mujer en el Gobierno de la Iglesia», vaticina Anselmo, de la iglesia del Gesù, aunque todavía parece muy lejos que las mujeres puedan convertirse en sacerdotes. También se vaticina una doctrina menos centrada en la sexualidad y más en el ser una buena persona y ayudar a los demás, con máximas como la tolerancia y la aplicación del Evangelio en la vida diaria. El Pontífice ya se ha referido en varias ocasiones a que la salvación no es patrimonio exclusivo de los creyentes, sino también de los agnósticos y ateos, como en la carta que envió al periodista Eugenio Scalfari, fundador del diario La Reppublica.
El mensaje de Francisco está vivo, sólo lleva seis meses en la jefatura del Vaticano, pero el Papa no quiere convertirse en un celebrity sin contenido. Ha prometido renovar la Iglesia. Su edad (nació en 1936) y la resistencia interna en el Vaticano son sus principales obstáculos de este jesuita que aún sueña con perderse un día por las calles de Roma, entremezclándose con los turistas, como en la película Habemus Papam de Nanni Moretti y visitar el Gesù a solas, sin focos.
Firma fotos: Agustín Rivera
