Tom Wolfe de mi vida

Por Agustín Rivera

Conocí a Tom Wolfe un otoño de otro siglo. Octubre de 1991.

Arturo Merayo nos enseñó a aquellos alumnos imberbes, no inocentes, y con un entusiasmo radiante por el Periodismo, que se podía escribir de otra manera. Como una novela. Sin escribir una novela. El reportaje. El reporterismo. #NiundíasinReporterismo.

Merayo habló de Tom Wolfe aquel curso de la Ponti, mi año clave donde comprobé que el periodismo venía para quedarse siempre. Wolfe se convirtió ya en esos momentos en uno de mis mejores amigos.

Recuerdo muy bien cuando compré un ejemplar, ya antiguo, en la librería Cervantes de Salamanca, ya cerrada como tantas otras que forman parte de mi memoria bibliográfica y sentimental, un anaquel íntimo de tinta y letras.

No solo Salamanca. El Nuevo Periodismo de Tom Wolfe también cambió mi vida. De un modo decisivo. Me convertí en un Wolfista empedernido. No tanto de sus novelas, sino de sus reportajes, y sobre todo cómo elaboró la teoría más práctica de la historia del Periodismo.

Tengo manoseado ese libro que compré en Cervantes. Luego compré otro, que conservo mejor. Durante una época, cuando vivía fuera de Málaga, mantenía la edición más antigua en la biblioteca personal de la ciudad donde vivía (Tokio, Madrid o Palma) y el más nuevo lo conservaba en la biblioteca de la casa de mis padres.

Tom Wolfe y su El Nuevo Periodismo publicado por la espléndida Anagrama se venían conmigo a cada viaje. Ha formado parte de mi maleta durante muchos años. Me ha acompañado a cuatro continentes y es el libro de no ficción más importante de mis años de aprendizaje como estudiante y luego como periodista.

No voy a echar de menos a Tom Wolfe porque siempre volveré a releerlo. También sus entrevistas, como las que les hizo Eduardo Suárez o Carlos Fresneda en su etapa de corresponsales de El Mundo en Nueva York.

En los libros que he escrito siempre he intentado emular las fórmulas del Nuevo Periodismo. Mi tesis doctoral es sobre el Nuevo Periodismo.

En mis clases en la Facultad (en las asignaturas de Técnicas de Especialización Periodística y Géneros Periodísticos Interpretativos y de Opinión) siempre he dedicado al menos un par de horas a hablar de Tom Wolfe y su técnica. Y de los autores que cita como Gay Talese, Norman Mailer o Joan Didion, quienes a principios de los noventa apenas se conocían en España.

Tom Wolfe es Historia del Periodismo. De un reporterismo audaz, repleto de diálogos, también con frases chocantes y estrambóticas, pero lleno de ritmo y con ganas de sorprender.

Sí, siempre era de noche en mis sueños de la vida periodística. Tom Wolfe de mi vida. Gracias por existir, por estar siempre ahí. Aquí.

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