MENA: Memoria sentimental

MENA: Memoria sentimental

Agustín Rivera *

Te has quedado dormido y llegas tarde a tu puesto en el trono. La procesión ya va por la Alameda y no te puedes incorporar al varal. Una lesión de último minuto te impide hincar el hombro y no tienes más remedio que convertirte en un simple espectador. No encuentras la túnica y no hay nadie que te la pueda prestar. Te quedas sin salir.

Pesadillas y maldiciones que te asaltan entre sueños. Son las cinco de la tarde e intentas dormir un rato. Has comido ligero y antes has revisado la túnica. Tienes el peto negro recién planchado. Y una bolsa blanca llena de guantes. Encuentras unos con restos de cera de tu época de nazareno y recuerdas que llevas ya más tiempo portando el trono que con el capirote puesto.

La siesta es imposible. Te llama un amigo para preguntarte en qué puesto sales en el trono. En el mismo de siempre, contestas con ganas de cortar. Intentas dormir un poco. Anoche, por primera vez, te lo prometiste el año pasado, viste a Expiración de recogida. Por la mañana has ido al Puerto aún incompleto, y has visto cantar a unos militares con pecho descubierto, barbas de Transición y botas puntiagudas.

Te levantas, aturdido, medio mareado, con ganas de merendar. Calientas un vaso de leche y pones la radio. No quieres oír lo que dicen. La cortas rápido. El cielo está trémulo, inquieto, pero tú sabes que nadie te quitará este momento. La túnica está lista. Te colocas el cíngulo negro y luego el peto con el escudo de la Congregación.

Sales a la calle y algunos niños se ríen de ti. Mira el disfraz que tiene ése. Tienes ganas de contestarles, pero te aguantas y caminas con velocidad hacia la Casa Hermandad. Allí te esperan tus compañeros de varal a los que no ves nunca, sólo seis horas cada Jueves Santo y con los que no hace falta ensayar ni ponerse de acuerdo para nada.

Llevas el trono como si fuese la primera vez. También como si fuese la última. Y recuerdas al pasar por el recorrido oficial y luego por Carretería y Félix Saenz hasta llegar a Santo Domingo que aunque tengas los pies cansados, los riñones doloridos y el hombro hinchado que estas seis horas son las que guardas en el rincón más íntimo de tu memoria sentimental.

* Texto leído en la cadena Ser Málaga (Radiolé: 93.8 FM) entre las 21.30 y 22 horas del Jueves Santo de 2012.

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