José Tomás triunfa en la última corrida de Málaga con su arte del silencio valiente

Una liturgia laica, de sabor añejo, recorre La Malagueta. Viene el torero malherido de Aguascalientes. Llega una legión de josetomasistas que apenas entienden de toros. Ni falta que hace. Vienen a disfrutar de ese quejío parsimonioso que ofrece en cada pase, con el capote y la espada, José Tomás. Siempre lento, elegante y bravo.

La corrida es la última de la Feria de Málaga. Y la tercera de José Tomás de la temporada, tras León y Granada. Hace cinco años que no torea en esta plaza, a escasos 100 metros del Mediterráneo, retratada por Pablo Ruiz Picasso cuando aún era niño y quizá ya soñaba con triunfar en París. Tomás tenía ganas de agradar y de triunfar. Lo logró cuando a las 21.30 salió a hombros por la Puerta Grande de La Malagueta. Atrás quedaban dos horas y media de arte discontinuo compartido con el rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza, entusiasta, que brindó un soberbio espectáculo de destreza y baile con los caballos.

El resto de la crónica publicada el 24 de agosto en El Confidencial.

Entradas creadas 2713

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Comienza escribiendo tu búsqueda y pulsa enter para buscar. Presiona ESC para cancelar.

Volver arriba