Claro que hay amigos y también muy queridos. Me gustaría tener el criterio (sensato, ponderado y racional) de Ramón González Férriz en su lista anual de El Confidencial de no incluir ni a amigos ni a conocidos “para evitar parecer parcial”. Pero si mis libros favoritos del año coinciden con los que han escrito personas cercanas, no quiero dejar de exponer, con pasión de lector, cuáles son esas obras que recordaré de 2025. Algunas de ellas (más ensayos que novelas) ya forman parte de mi vida.No soy crítico literario: solo soy un periodista que lee, un zendiano que intenta guiarse por el instinto, de curiosear por librerías, de comprar libros que leeré dentro de años, o quizá nunca, pero que abrigan en la biblioteca.
En la mayoría de la lista de libros del año que se publican se trata de una enumeración de obras o fotografías de las cubiertas o lomos. También abundan los que reseñan o explican lo que supone esa lectura. Algunos años he tratado de sintetizar en una línea de qué va el libro y por qué para mí es importante. No descarto volver a esta opción, pero ahora prefiero elegir una frase o un párrafo que explique la belleza o crudeza de la obra. Me centro en el estilo y el tono, intentando atrapar la esencia de lo que se quiere contar. Incluyo también la página donde aparece, para que el lector, si es de su gusto, vaya directamente al texto seleccionado.
