Siete ideas de Antonio Soler sobre la ficción

Antonio Soler es mi amigo. Un amigo del alma. De los que mejor me conocen. Una amistad a punto de cumplir 20 años desde que le entrevisté, cuando trabajaba en El Mundo, en su piso de la avenida de Andalucía de Málaga. Soler ha sido determinante en mi vida. Mi primer libro (El Viaje de los ingleses, rodando con Antonio Banderas) le tiene a él como protagonista, de eje fundamental. El proceso creativo de cómo ideó la novela y el guión de la película que dirigió Antonio Banderas.

El pasado lunes le nombraron Doctor Honoris Causa de la Universidad de Málaga. Yo soy uno de esos personajes que aparecen en sus novelas. Agustín Rivera (El Corbata) también se alegró por el reconocimiento de su padre literario, un modelo de escritor. Y, lo más importante, un amigo cómplice.

Aquí recopilo siete ideas de su discurso sobre la ficción recogidas de su discurso Honoris Causa:

1) “Cada libro, cada relato, es un nuevo laberinto, con caminos nuevos, y si pensamos que las señales que nos guiaron la vez anterior sirven para este nuevo dédalo estaremos absolutamente perdidos. Condenados a no encontrar la salida o, lo que tal vez sea peor, a repetirnos, a convertir la aventura vital de escribir en un trabajo administrativo”.

2) “No hay orden. No hay reglas fijas. Sólo caos. El caos es el estado natural del escritor, de cualquier creador. Si todo estuviese ordenado, si existieran reglas, indicaciones, señales, cuál sería entonces la misión del escritor. Para qué andar palpando a ciegas si existe un interruptor y en el techo tenemos una luz que todo lo alumbra. No. Las novelas no se escriben con razones sino con obsesiones, las novelas no se escriben con andaderas sino sobre el vacío”.

3) “Los argumentos que el novelista inventa no son sino un pretexto para poder expresar algo mucho más profundo. Estamos obligados a construir un puente o pasadizo o un túnel subterráneo que nos lleve de lo visible a lo invisible”.

4) “Imaginar, elegir qué es susceptible de ser convertido en literatura y qué no, optar por dónde se pone el foco. Como un fotógrafo que tiene ante sí el mundo y debe seleccionar dónde está la fotografía, dónde está lo verdaderamente interesante en medio de ese magma que nos desborda. Dónde ponemos la mirada. Ese acto define a un escritor”.

5) “Ahí es donde comienza y finaliza el trabajo del escritor. Organizar, estructurar, medir, ponderar. Y luego el acto de escribir en sí, que no es más que una condensación de todo lo anterior, la traducción al código estricto del lenguaje de todas esas ensoñaciones, imágenes e ideas que previamente y durante el propio acto de escribir aparecen por nuestra mente. Ideas y sensaciones largamente procesadas que se combinan con otras que cruzan de modo fugaz por nuestro cerebro”.

6) “Ser un buen escritor supone una habilidad especial para atrapar, modular y traducir toda esa actividad y hacerlo del modo más preciso posible. Con un código propio, personal”.

7) “Hay un término que considero absolutamente imprescindible en un novelista. La compasión. Con los personajes, con el mundo, porque esa es la única vía de conocimiento de los demás, el único sendero válido en el pulular de un creador o recreador de vidas ajenas”.

Foto: Xavi Giménez, Antonio Soler y Agustín Rivera, en el rodaje de El Camino de los Ingleses. Churriana (Málaga). Diciembre de 2005.

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