Carlos y Borja

Carlos Boyero y Borja Hermoso se van de EL MUNDO. Grandes tipos a los que he leído con gusto y con los que he compartido risas (en la redacción y fuera). Y tomando cañas con gran placer, siempre hablando de nuestras pasiones, las mismas que las de este blog: periodismo, cine, literatura, viajes.

Mucha suerte, amigos.

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Despedida

CARLOS BOYERO; Elmundo.es; 11-10-2007

Con sentido protector y lógica mis mayores me previnieron en la infancia sobre el riesgo de hablar con los desconocidos o abrirles la puerta. Gracias a Internet, ese invento que se presupone grandioso y cuyo alfabeto sigo desconociendo, me salté la vieja norma y empecé a charlar semanalmente, en días y horarios puntuales, con extraños cuyo rostro, sexo y edad desconozco.

Han pasado seis años y ahora me toca el desgarro de escribir esta carta breve para un largo adiós. Aquí finaliza mi relación con este chat en elmundo.es que me ha dado más alegrías que disgustos, producto de mis ciclotímicos estados de ánimo. Ha sido apasionante, desganado, enriquecedor, sobrio, resacoso, ingenioso, torpe, cansado, estimulante, ligero, nihilista, vitalista. Me ha merecido la pena.

Le doy las gracias a esos lectores invisibles, que me enamoraban, me inquietaban, me hacían pensar y dudar, compartían conmigo amores y heridas, de los que aprendía cosas y me consolaban. No puedo hacerlo con los pesados, con los que desprendían vocacional e inquebrantable mala sangre, con los que me deseaban lo peor desde el mezquino anonimato. Pido perdón a los que he agredido sin motivo, a los bienintencionados con los que me pasé siete pueblos. Pero los villanos eran pocos y muchos esos interlocutores los que merecían la pena.

Le doy las gracias a la magnifica y muy profesional redacción de elmundo.es. Por soportarme, ayudarme, entenderme, allanarme el tortuoso camino que para mí supone Internet. A Pilar, a Marta, a Nuria, a Custodio, a los que sintieron mi aliento en la nuca de una a dos de la tarde de los jueves y durante tanto tiempo, sólo puedo decirles que les quiero. Gumersindo Lafuente fue el jefe al que se le ocurrió que estos chats podían tener interés, diversión y vida. Mi entrañable amigo Fernando Baeta siguió convencido de ello, luchando porque me sintiera libre y feliz en estos encuentros digitales.

Un beso a todas y todos aquellos que se lo merecen.

Carlos Boyero

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